Cómo trabajar los sentimientos (Spanish Edition)
Miguel Lucas
“El conflicto está dentro de ustedes mismos. No le teman a ningún enemigo exterior. Véncete a ti mismo y el mundo quedará vencido”
(San Agustín, Sermón, 57,9).
Los sentimientos son la manera como nos percibimos. Cada uno es conforme a los sentimientos que tiene. Por eso, comprender nuestros sentimientos es comprender nuestras reacciones ante el mundo que nos rodea.
Estar en contacto con nuestros sentimientos es la única manera que nos permite ser lo mejor de nosotros mismos, el único medio para volvernos abiertos y libres.
Los sentimientos están allí. Se trata, sencillamente, de aprender a manejarlos. La manera de luchar con ellos y de manejarlos es el punto clave para eliminar los conflictos.
Cabe, pues, que nos preguntemos, ¿cuál es la postura que tomamos frente a nuestros sentimientos? ¿Ordinariamente, los reconocemos, aceptamos y manifestamos o, por el contrario, los negamos, reprimimos o racionalizamos?
Cuanto más se reprimen los propios sentimientos, menos energías nos quedan para mantener nuestra propia identidad.
“Ser honestos, sinceros” con los propios sentimientos y “manifestarlos abiertamente” es el primer paso para el logro de una convivencia agradable y libre. A más apertura, menos ansiedad.
Y puesto que es doloroso el proceso mediante el cual podemos expresar nuestras propias emociones y sentimientos, tenemos necesidad de buena dosis de determinación para realizarlo.
Para controlar y manejar los sentimientos, contamos con nuestros propios recursos internos, nuestros valores y capacidades:
• Libertad con responsabilidad. El hombre puede ejercitar su libertad asumiendo posturas, reaccionando ante los hechos, luchando contra sus condicionamientos y dependencias.
• Autosugestión.
• Autoimagen positiva.
• Motivaciones. Se resalta el sentido de la vida y se pone en función una escala de valores.
• Esfuerzo personal.
• Medios espirituales.
Entre los valores con que podemos contar para el control de nuestros sentimientos están los llamados “valores de actitud”.
Si no podemos modificar el “destino”, es preciso asumir ante él una actitud positiva.
¡Cuántas personas se derrumban cuando están ante lo que no pueden cambiar!
Si no puedo cambiar las cosas, puedo cambiar mi actitud hacia las cosas.
Víctor E. Frankl, fundador de la línea psicoterapéutica que intenta encontrarle un sentido a la vida (logoterapia), además de los valores de actitud, presenta como necesarios, también para controlar los sentimientos, los “valores creativos y vivenciales”. Para realizarnos, para darle un sentido a nuestra vida, necesitamos de la autotrascendencia, es decir, vivir para algo más que para nosotros mismos, para algo que nos trascienda y nos eleve, como: luchar por un ideal, entregarse a una persona o a una causa. Estamos, pues, en el deber de construir dentro de nosotros “un impulso” que nos lleve a la superación de nuestro “yo”, a la vivencia de valores superiores.
Debido a nuestros condicionamientos, a veces existe dificultad en ejercer nuestra libertad con responsabilidad, en la toma de decisiones y actitudes adecuadas frente a la vida. Sin embargo, los condicionamientos no nos pueden determinar, aunque muchos estén convencidos de lo contrario.
El hombre no es puro determinismo, sino espíritu libre y responsable, capaz de tomar decisiones, de llevar a cabo obras que lo realicen, de ser artífice de su propio destino y de su propia historia.
El hombre puede responder a sus instintos, impulsos, condicionamientos o valores. Pero, por ser libre, las respuestas que dé dependen de su responsabilidad, de sus opciones, de sus esfuerzos.
En definitiva, necesitamos utilizar más nuestras facultades y recursos espirituales, vivenciar un sentido de autotrascendencia, es decir, pensar y vivir más allá de nuestros intereses, más allá de nosotros mismos, más allá de nuestros impulsos, caprichos y de deseos de placer y de poder.
El papel del psicólogo es el de “capacitar” al hombre para gozar, trabajar y sufrir; para “reaccionar” frente a los propios problemas y vencer así cualquier resistencia. Su objetivo es motivar, estimular a la persona a “esforzarse” para que pueda vencer los obstáculos; incentivarla a que aprenda a gustar de sí misma, de los demás y de la vida, de tal modo que descubra sus potencialidades, asuma sus responsabilidades y consiga realizarse por la autotrascendencia.
Année:
2012
Editeur::
San Pablo
Langue:
spanish
ISBN:
B009LAQFP4
Fichier:
PDF, 330 KB
IPFS:
,
spanish, 2012